Hace unos días pudimos entrevistar al periodista Jacobo Rivero para el programa de Ahora Ya Radio La patada de Boban. Rivero colabora con varios medios, como la revista Líbero, y ha publicado varios libros sobre deporte y sobre política. El último, Podemos. Objetivo: Asaltar los cielos, es uno de los estudios más detallados y documentados sobre el fenómeno político que más ha sacudido el panorama electoral español en los últimos años. Además de periodista, Jacobo Rivero ha sido entrenador de baloncesto, puesto que ha ejercido durante muchos años en Estudiantes, principalmente. El club del instituto donde estudió, el Ramiro de Maeztu. Esa faceta también está presente en su obra, especialmente en Del juego al estadio: reflexiones sobre ética y deporte, que escribió con el exportero argentino detenido por la dictadura, Claudio Tamburrini.
Jacobo llega puntual a la entrevista en un bar de Lavapiés, barrio del que se siente muy orgulloso. La pillamos en un hueco de su apretada agenda, mucho más tras las elecciones del 24-M. El día de la entrevista acaba de dimitir el concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata así que la conversación empieza forzosamente por ahí. Tiene un tono afable y un discurso sosegado, tranquilo. Las palabras se deslizan sin sobresaltos pero siempre certeras y las constantes digresiones le ayudan a armar un discurso muy meditado y extremadamente coherente. Esto fue lo que nos contó.

Estás en plena promoción de tu último libro, Podemos. Objetivo: asaltar los cielos, así que la primera pregunta es obligada: ¿crees que el fútbol necesita un cambio como el que mucha gente está reclamando en política?
Pues sí. Con independencia de lo que cada uno piense, se están abriendo nuevos contextos sociales, nuevos contextos políticos, nuevas lógicas alrededor de la ética y, sin duda, el deporte todavía es uno de los espacios, probablemente, más reaccionarios y donde todavía se acumulan algunos de los valores que han permeado en la sociedad pero que no han permeado dentro de los clubs, de las ligas o de las federaciones. Sí que creo que en el deporte, en general, y el fútbol, en particular, porque es el deporte que más seguimiento tiene, que más espectadores congrega y que más dinero mueve (en el caso de España por lo menos), esos valores sí que tienen que estar y sí que creo que están ocurriendo procesos en ese sentido.
Sin embargo, todos los días oímos hablar de escándalos en la FIFA, de Blatter, de amaños de partidos. Por otro lado, tenemos a los sponsors que siempre condicionan el deporte en sí. ¿Tú crees que hay una alternativa real al fútbol negocio?
Claro, creo que la hay y creo que se está construyendo. Casos como el del Ceares, en la tercera división del fútbol asturiano, en el que los socios se apropian de un club histórico desde 1946. O algunas iniciativas como la liga cooperativa de baloncesto y de fútbol que hay en Madrid, también una liga que hay por la salud, o entendiendo el deporte como salud, en Guadalajara… Yo cada vez veo más experiencias de clubs y de grupos que tenemos una relación directa con el deporte, que nos apasiona y que queremos que sea de otra forma. Y eso, poco a poco, yo creo que va a ir llegando a lo que es la gran burbuja: al fútbol-negocio, a los sponsors, a esa forma de entenderlo todo como una mercancía y no como un valor de disfrute o de pedagogía y de ética. Creo, además, que están tomando mucho protagonismo, en esta nueva sinergia, también los deportistas con lo cual la ecuación es fantástica. Porque no es sólo ya que los espectadores, que es uno de los protagonistas fundamentales del deporte, sino que los protagonistas a pie de cancha están impulsando también este momento nuevo y novedoso pero que yo creo que va a tener un crecimiento importante.
«Hay una responsabilidad en el deporte de formación»
En otro libro tuyo, Del juego al estadio: reflexiones sobre ética y deporte, reivindicas el deporte base como una escuela de valores para el deporte profesional. Sin embargo, ¿no te parece que, a veces, ocurre precisamente lo contrario: que es el deporte profesional el que contamina algunos comportamientos en el deporte base?
Totalmente. El relato está hecho para que los chavales quieran ser como Mourinho metiéndole el dedo en el ojo a Tito Vilanova. Desgraciadamente ese es el relato. Y yo siempre digo que tienen mucha responsabilidad los medios de comunicación. Pero también hay una responsabilidad en el deporte de formación, que es algo que conozco muy bien porque he sido entrenador de baloncesto en la cantera de Estudiantes y en otros equipos, en el sentido de que los entrenadores deben tener como primera prioridad que los jugadores se diviertan. Y luego una serie de valores añadidos que tienen que ver con la convivencia en la sociedad, con la competición (que yo creo que es algo muy positivo y habitualmente muy denostado también por la izquierda). Una serie de cuestiones que están relacionadas con un juego y que tienen una importancia trascendental en la formación.
Hablando más específicamente de política y fútbol, ¿tú crees que hay algo en el fútbol que no sea política?
En el fútbol de élite, muy poco. También dependiendo de lo que entendamos por política, pero, por no meternos aquí en una disquisición muy larga sobre ciencia política, hay muy poco. Lo que sí que hay, y creo que es algo fabuloso, es que el espectador del deporte comercial, de élite éste horrible, ve mucha calidad de juego. Es innegable que eso el espectador lo disfruta. La NBA es una liga muy comercial, que luego tiene unas características muy particulares y muy diferentes a cómo entendemos aquí el deporte de élite, pero un chaval que está viendo unas finales de la NBA está viendo mucha calidad y puede aprender muchos recursos. Entonces tampoco se trata de demonizar el deporte de altísimo nivel porque es verdad que Messi es una pasada y es muy interesante verle jugar y un chaval puede aprender mucho. Pero, obviamente, todo lo que sale de los once jugadores contra otros once jugadores, prácticamente todo, tiene que ver con la política. Incluyendo lo que llevan en las camisetas o lo que no les dejan llevar.
Vemos casos de ultras, de presidentes, de políticos que se hacen la foto con los equipos ganadores… Todo politizado pero parece que sigue habiendo un tabú que es el de los propios futbolistas. ¿Sigue siendo un bicho raro un futbolista que se significa en política o sólo lo es el que se significa contra el discurso hegemónico?
Los políticos sólo se hacen la foto con los ganadores, eso para empezar. En rarísimas excepciones se la hacen con un perdedor, a no ser que haya competido contra un muy ganador. Y se la hacen porque se creen que eso se les va a contagiar, que ellos en la foto también van a salir mejor y que el elector tiene algo que ver con Rafael Nadal. Eso por un lado. ¿Qué es lo que ocurre? Que al deportista se le presiona para que no hable de política, para que no tenga criterio, para que simplemente sea uno que da patadas a un balón. Y si lo hace, si es con valores dominantes, es un ejemplo. Si lo hace con valores disonantes que puedan generar cierto ruido o cierta reivindicación, es una especie de friki o un tipo extraño. Ejemplos hay muchos. Yo, en un artículo reciente, lo comentaba: con la victoria de Syriza un jugador de fútbol de la cantera del Barça había dicho que el equipo humanidad daba un paso. En los medios deportivos eso se había reflejado como un pecado de juventud, un chaval díscolo, cosas de éstas… El relato dominante está hecho para eso, para que sólo haya un relato que tenga que ver con el mainstream, con lo comercial, con lo inocuo, con lo neutro. Pero en otros países sí que ocurre y está muy normalizado que los deportistas hablen de política y no hay ningún problema. Ocurre, y vuelvo a la pregunta del principio, que lo que hay es un déficit de democracia en el cual no está normalizado que alguien pueda tener ideas propias que, además, no sean acordes con el relato dominante. Y eso es muy grave, es algo muy complicado que tendremos que cambiar. Cuando Pau Gasol habló de que el 15-M le parecía comprensible y que entendía a la gente que salía a la calle, se le echaron al cuello todos los medios. En vez de dar un paso para adelante, dio un paso para atrás, claro.
«El fútbol ha aprendido cosas del baloncesto»
Sabemos que lo tuyo es más el baloncesto pero creo que eres aficionado del Athletic de Bilbao. Tú te defines como un “barrionalista de Lavapiés”. ¿En tu caso la elección del Athletic es política, es romántica…?
No, yo estudié en el Instituto Ramiro de Maeztu, que se caracterizaba por ser antimadridista como filosofía de vida. La mayoría de la gente era del Atlético de Madrid y algunos éramos del Barça de Gary Lineker, a mí el fútbol en esa época me encantaba. Luego me aburrió, no sólo por toda la maquinaria del negocio sino porque me vi más directamente implicado en el baloncesto y porque el Barça ganaba todo el rato y eso me parecía muy aburrido. Claro, yo vengo de un instituto con un club de baloncesto que siempre perdemos y de eso intentamos hacer algo divertido. Lo del Athletic de Bilbao tiene que ver con que mi padre siempre había mantenido en secreto sus gustos futbolísticos pero le gustaba mucho el fútbol y veía con él todos los partidos. Cuando falleció me confesó en su lecho de muerte que era del Athletic de Bilbao por la liga que había ganado en el año 52. Esto coincidió con que al poco tuve que ir a hacer un trabajo a Lezama y a San Mamés sobre la cantera del Athletic y las características particulares del club. Me gustó tanto el ambiente, el clima, lo que dijo Amorrortu, jefe de cantera del Athletic, sobre cómo era la formación de los chavales. Me gustó tanto esa filosofía más esta conexión familiar de último momento, que decidí ser del Athletic de Bilbao.
Ya nos has comentado que eres entrenador de baloncesto. Has trabajado durante muchos años en la cantera de Estudiantes bastante tiempo. ¿Crees que el fútbol tiene algo que aprender del baloncesto? ¿Qué crees que el fútbol podría aprender del baloncesto?
Creo que el fútbol ha aprendido cosas del baloncesto. Yo, por lo que he visto en Lezama y ahora que me acercado más al mundo del fútbol, que es un mundo fascinante, sí que creo que se está contagiando una forma de relacionarse con el deporte. Antes se decía siempre que el baloncesto es mucho más sano, que la gente es más tranquila, que los jugadores reflexionan más… Incluso en los procesos de formación, si hablamos de cuestiones técnico-tácticas, veo muchas sinergias entre cómo se está entrenando ahora al fútbol a cómo se entrenaba al baloncesto. Los rondos, por ejemplo, tienen mucho que ver con el baloncesto. Sí que creo que hay una contaminación en el mejor sentido de la palabra y eso creo que es algo que el fútbol tiene que aprender. También está el comportamiento de las aficiones. Tengo la sensación de que en el baloncesto -he ido a muchísimos partidos de baloncesto y a unos cuantos de fútbol- el espectador va de una forma mucho más reflexiva apreciando más el juego casi que el resultado. Esto, en líneas generales porque generalizar nunca es bueno. En cambio, en el fútbol muchas veces he tenido la sensación contraria: que se priorizaba en exceso el resultado y menos, el juego. Yo creo que el juego ha entrado en valor. Ahora, por ejemplo, en baloncesto ha ganado la NBA un equipo que desarrolla un juego muy divertido. Ese equipo ya tenía un valor por ese estilo de juego desde hace muchos años y hacía cuarenta que no ganaban un título. Empiezo a ver que muchos aficionados empiezan a entender así también el fútbol. O lo que pasó con el Manchester United y el FC Manchester. Muchos socios decidieron bajar a séptima división y, a partir de ahí, empezar a escalar sintiéndose identificados con el club, con sus colores, con la tradición, con una forma de promocionar la cantera… Y esto yo creo que es muy bueno.