Política y fútbol ¿por qué no?

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No sé vosotros, pero yo odio esa frase tan manida de «no se deben mezclar fútbol y política». Me parece una hipocresía. Como si las personas que van a los estadios no tuvieran su ideología, no votaran e incluso, pásmense, no pertenecieran a partidos políticos. Eso por no hablar de los futbolistas; bueno, es cierto que en general los futbolistas no son seres excesivamente politizados salvo contadas excepciones. Pero también estoy seguro de que los jugadores de fútbol no tienen ni más ni menos compromiso político que cualquier otro veinteañero millonario sea cual sea su profesión. Además, cuando un futbolista comete la osadía (el pecado para algunos) de significarse siempre aparecen los guardianes de la moral que salen a recordarle que lo suyo es dar patadas a un balón. Como si eso fuera incompatible con tener una opinión propia sobre el mundo en el que vive.

Porque el que escribe estas líneas es de los que piensan que todo es política y la política está en todo. Desde que ponemos un pie en el suelo por las mañana hacemos política, y a veces en la cama también. Así pues, pensar que el fútbol no es político es un sinsentido. Es más, como entretenimiento de masas, el poder de movilización del fútbol supera a otros espectáculos similares. No hace falta pensar mucho para encontrar ejemplos, en España y fuera, de fútbol usado con fines políticos: un Real Madrid que ganaba títulos europeos en el momento en que la España de Franco acababa de romper su aislamiento internacional, el Mundial de 1978 en los años más oscuros de la dictadura argentina o el trampolín que Gil encontró en el palco del Calderón para dar su salto a la alcaldía de Marbella. Al mismo tiempo los clubes de fútbol arrastran tantas pasiones que se dan la mano sin reparo con los poderes políticos para dar pelotazos urbanísticos o deber unas cantidades de dinero a Hacienda por las que cualquier otra empresa habría tenido que cerrar.

Lo cierto es que para mucha gente esto del fútbol y la política o la política y el fútbol es un poco como el sexo en un coche: incómodo pero con morbo. A mí es una mezcla que me pone muchísimo y por eso ha nacido este blog. Un blog que ve la luz con el único fin de entretener a quien lo escribe y a quien lo lea.